Experiencia Personal con la imagen


 

Madrid, 22 de diciembre de 2014

Estimados amigos:

Hace unas semanas tuvimos en Cieza la bendición de la imagen de la Madre de Dios, Emperatriz de China, cuyas fotografías y el video elaborado habéis visto. También quizás habréis leído el excelente comentario artístico e imaginero de la tarea realizada. Deseo ahora contaros la historia de esta imagen desde una perspectiva personal, explicando los motivos que me ha llevado a embarcarme durante los dos últimos años en la aventura de hacer, sobre la base de un cuadro que se encuentra en la Catedral del Norte de Pekín (Beitang), una imagen de vestir de cuerpo entero que pronto viajará a China.

Todo se inició para mi en un viaje académico realizado a Filipinas en diciembre de 1997, cuando un valenciano con mucho años de vida en Manila, Fr. Joe Cremades, me regaló una hermosa estampa tamaño folio, representando una Virgen vestida de emperatriz y sentada en un trono imperial, con el Niño de pié en su regazo. El precioso y exótico regalo, bien enmarcado, me ha hecho desde entonces compañía en mi despacho de la ciudad universitaria de la Complutense.

Cuando 10 años después inicié mi año sabático en Peking University (Beidá) en octubre de 2007, el primer día, tras una jornada donde palpé las dificultades del choque cultural al que me enfrentaba y de la adaptación a mi nuevo entorno académico, fue de una gran ayuda ver, al ir a Misa ese día a la Catedral del Norte, que casualmente me acompañaba la imagen original de la Emperatriz. Desde entonces la devoción a esta imagen y mi afición a difundirla ha sido una constante (he regalado durante estos años unos cuantos miles de estampas a familiares, amigos y colegas de medio mundo).

El año sabático académico que pase en China intenté en diferentes ocasiones, en mis frecuentes visitas al barrio de artistas de la capital imperial, Liulichang (琉璃厂), que algunos artesanos chinos materializaran la imagen en madera, en tres dimensiones, con la figura de la Virgen y el Niño en relieve. Quizás por las dificultades idiomáticas, no tuve la suerte de conseguir que algún artesano fuera capaz sacar la amable belleza de sus rostros, aunque me traje la media docena de tablas que había ido encargando como regalos exóticos.

Hacia octubre de 2012 acudí a Antonio Jesús Yuste, un joven escultor de mi pueblo, y le pedí que arreglara, si se podía, los dos rostros de una de las tablas. Ante mi asombro vi que había sacado las caras de la Virgen y el Niño con facilidad y además me dijo que, por supuesto, podría hacer una escultura tamaño natural. A partir de ese momento todo cambió, escribí a unos amigos chinos para ver si les interesaba una imagen y sobre la marcha hicieron el encargo. No sabía bien en la aventura en que como intermediario me metía, pues el proceso resultó ser bastante complicado: primero había que hacer la cabeza de la virgen en barro a tamaño natural, después pasarlo a yeso, policromarlo y, si nos gustaba el resultado, pasarlo a madera y terminar todo el conjunto policromando y barnizando.

Como cada mes suelo ir a mi pueblo para estar el fin de semana con mi madre, que ha pasado ya de los 96 años, hacía siempre una visita al taller del escultor para ver la marcha de la obra, hacer algunas observaciones y traerme algunas fotografías, que trabajaba en Madrid con algunos artistas y aficionados a la escultura, especialmente con Gonzalo que desde el principio se tomó con mucha ilusión la tarea. De esta manera, muchas veces escribí cartas largas al escultor con indicaciones, con pruebas que habíamos hecho en photoshop o simplemente enviándole fotografías de personas de raza china que mostraban detalles que pensábamos debía tener en cuenta. Incluso en diciembre de 2013 me traje la cabeza de la Emperatriz, todavía de yeso policromado y la tuve una temporada en mi despacho de la Complutense, para que algunas personas pudieran verla y hacer las sugerencias que le parecieran oportuno. Desde entonces ya era patente que estábamos ante una preciosa obra de arte, que devolvimos a Cieza, al escultor, con muchas sugerencias para que avanzara en su desarrollo. De manera que, tras el paréntesis de la Semana Santa, a finales del verano de 2014 se hicieron todas las tareas para pasar a madera la Virgen y el Niño.

Tras dos años de trabajo en septiembre de 2014 las imágenes estaba ya prácticamente acabadas en cedro real, estucadas y policromadas al oleo. Incluso nos habían llegado desde China las correspondientes vestimentas imperiales. Algunos otros artesanos hicieron las coronas, los gorros, las piezas de orfebrería y los arreglos finales de costura. Todo estaba listo para la Bendición de la imagen que tuvo lugar en la Basílica de la Asunción de Cieza el 25 de octubre, con bastantes amigos y familiares, en un ambiente festivo.

Como habréis visto, el conjunto de la Virgen y el Niño ha resultado magnífico, de una belleza extraordinaria. Personalmente he quedado agradecido y muy contento, y “los chinos”, los que hicieron el encargo, también. El escultor es todo un artista, ha dejado patente su maestría y pienso que ha terminado igualmente muy satisfecho. El resultado del esfuerzo ha valido la pena.

La parte primordial e importante de la aventura ha terminado. Pondremos un punto y aparte con el envío a China, pero ya se ve que el desarrollo futuro no se sabe bien del todo donde terminará, es uno de estos temas para soñar y pensar que quizás no quedaremos cortos.


Un fuerte abrazo.

Antonio Lucas